Al sonar del campanario
las calles van quedando
solas,
los pájaros se resguardan
y el sol va dejando
sombras.
El viento barre las
calles
las farolas se iluminan,
y el silencio se apropia
de banquillos, asientos
y sillas.
Los abuelos en las
plazas
sonrientes se despiden
y al paso de su bastón
firme,
van andando al compás
del tocar de las
campanas
que ya han de terminar.
Las abuelas se levantan
calentitas por el sol,
luego de una buena
charla
y laboriosa labor.
Todos van a sus
quehaceres:
hornear el pan o
calentar caldo.
Las herramientas se
guardan
los cinceles, gubias o
martillos…
Las blondas a medio
punto
reposan hasta nueva
vuelta,
las agujas de tejer
o remendar descocidos,
se quedan sobre el
estante
o la cómoda mellada
por el tiempo
transcurrido.
Son adultos mayores o
abuelos jubilados
por el barrio donde
nacieron
y han trabajado por
años.
Aún hoy, sus esfuerzos
hacen a diario
con frío, calor, lluvia
o sin ánimo.
Su experiencia de la
vida
la trasmiten con amor,
pero, sólo de tu parte
está,
recibir tal bendición…
Autora.
_ Oneida Pérez “Ofly”
Colección
“Lacitos de Azúcar Poemas de Miel”
©Derechos Reservados
🎀
Es muy cierto, saludos mi amiga bella.
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