Un canto a la expresión de las miradas que abrazan el silencio, al
unísono del amor. Ese amor llamado… Autismo.
Un mundo lleno de reflejos
solo riendo conmigo
o un lenguaje indefinido
que canta versos a mimos.
Al llegar la tardecita,
las sombras en el camino
van siguiendo ese mundo
en donde solito hábito.
Una nube pasajera,
un chubasco fresquecito
o el cantar de un grillo
en mi cabeza de niño.
El olor a leche fresca
llega por los sentidos
que disfrutan su sabor
como nadie ha percibido.
Inesperados estímulos
se acercan paso a pasito
invitándome a conocer
lo que para ti es conocido…
Juegos de reflejos
todas las horas a diario,
con el venir de personas
que en mi mundo
nunca han estado.
Tratando de entender
o quizás criticando
sin saber criticar
lo que nadie ha habitado.
La noche apaga ese día
repleto de emociones.
Las luciérnagas se esparcen
y las ranitas se animan…
¡Quizá, mi imaginación!
¡A lo mejor, solo fantasías!
Palabras precisas me arrullan
al dormir bajo la luz de una luna
que no se quiere reír
o acaso, nunca acostumbra.
¡No me llames! ¡No hace falta!
Siento tu calor sutil
en un mundo de reflejos
solo hechos para mí…
Autora. _ Oneida Pérez “Ofly”
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